Un ojo o dos,
vomitando un cordón umbilical. O dos.
La muerte antigua que tanto juno...
Mi alma refrigerada lastima,
corta la piel y los sueños ajenos.
Me vuelvo rata, culposa,
y vuelvo a usar las armas al revés.
Me calzo las estrofas y la cruz,
y el nacimiento estruendoso de la luz amarga,
rebota en mis pantalones y me mata.
Me dejo matar, a cambio del amanecer.
Otra vez me aburrí de la belleza mas cierta.
por Abdullah Liptus
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