Los fantasmas de la telepatía global nos invaden en jóvenes catálogos.
Los mismos de las fotografías dudo que existan, que puedas encontrarlos en la calle, que tomen mate
o que sientan algo fuera de su ego.
Dentro de sus propias jaulas pierden las llaves, se las esconden a si mismos porque no quieren salir.
Prefieren la luz de un monitor, pálida y exesivamente la absorven en su materia gris y se van
convirtiendo en androides naturales de sencilla programación.
No pueden desnudarse porque perderían toda su existencia, no pueden sumergirse en el agua
porque perderían su corona de moda y ni siquiera sospechan que es una corona de espinas o de chips.
En sus caras se ve asaltada la pintura brillante, copy-past de una aparición televisiva, de un misil de consumo que consuma su plan. Y estalla capturando a los mas chicos, a los que todavía tienen el cráneo blandito y a mano de la telaraña mundial.
Todo su significado, su identidad, su construcción humana pende de un hilo sintético de marca en el shoping.
No han visto el mundo, crecerán mutados y cuando sean adultos deberán buscar su memoria y su historia en el almacén artificial de la triple w.
PERRO.
Perro! una masa man!
ResponderEliminar