viernes, 16 de abril de 2010

Otra vez la metamorfosis del espíritu: vibraciones, vuelos, sacudidas, choques, fundiciones.

Otra vez el silencio se ensancha pariendo un abismo y ,en su otoño, me traga y me transforma.

Nunca se detiene este ir i venir de una melodía interna. Siempre la acumulación, el desborde y el derrumbe. Después algo se establece sobre mis capas inamovibles, pero el barro se desplaza lento y forma rostros opuestos en su superficie.

Otra vez la desnudez y la debilidad. Me ofrezco al mundo como un río nacido en la cima de todas las cosas y nutro las raíces de mi follaje renovado.

Abro los ojos y soy otra, el mundo es otro. La piel asimila su naturaleza absorbiendo las luces de un nuevo día, se teje con los últimos soles del universo. Por eso me mudo de molde, de apariencias, de espejos. Pero lo que subyace sigue intacto aunque su esencia es el movimiento: El desplazamiento más poderoso asecha desde lo invisible.


por Gaia

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