Sombras y espejos
me devoran
con sus deformes voces de inframundo,
nacidas de monstruos y criaturas de la nada.
Son la cadena que me ata con el tiempo,
con la efímera creencia de la existencia limitada
a un cuerpo y a un sólo mundo.
Nunca me separo de ellos,
nunca, mientras el río de sangre momentáneo
sigue su curso en mis entrañas;
porque la sombra es aquello que se desprende
pero no se aleja
y el espejo es lo desprendido
que huye hacia otras religiones.
En los distintos planos del vacío:
detrás del ojo humano,
detrás de la puerta,
detrás de las palabras,
sombras y espejos
disfrazan mis acciones y mis nombres.
La imagen se confunde y,
entre mutaciones de almas luminosas
emergidas de la densa oscuridad,
mil vidas y muertes
se desligan de la mente
buscando el ser único
que reposa en mí.
por Gaia
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