viernes, 24 de julio de 2009


Está ocurriendo, aunque los semáforos no lo noten y la gente mas dormida camine a trabajar a las 5 de la mañana.
Es invisible y multicolor, es corpóreo y etéreo. Son mi clarividencia y mis propias contradicciones tan musculosas como un joven león.
Pero miro a mi al rededor, me detengo unos segundos porque logré entender algo y entender es quietud, visión y sentimiento.
Qué hay aquí o que es lo que perdurará cuando el peso muerto de la percepción se aliviane.
No estará el reloj de la pared, ni los sillones. No habrá ventilador ni cambio de cien.
Mi cama será besando la tierra, pero la luna me seguirá mirando y el sol que es un ojo mucho mas grande que cualquiera de los mios podrá decir palabras para que lo entienda.
Nací en una familia que me enseño a pensar y confiando en mis errores me mostraron lo que vale ser libre y sincero.
Crecí en una ciudad que me pateó, que me puso a bailar y a hacer el amor, que me robó con un chumbo o con una piña.
En el colegio aprendi a no estudiar, pero mas supe encontrar sonrisas para mi cara.
Y todo camino que se abrió mas allá me trajo árboles hermosos. Se han caído ramas, es verdad, el otoñó me mostró que el desierto también sube.
Pero los árboles hermosos me enseñaron a Ser parte de un bosque de sonido infinito.
Qué hay aquí o que es lo que perdurará cuando el peso muerto de la percepción de aliviane.
Será mi alimento la familia que no me entrá en la sangre, porque no hace falta, porque las noches que me dan son mi corazón y los días que me prestan mi bebida santa.


Astroperro

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